REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y HIERRO
La máquina de vapor y el uso del hierro con fines estructurales hicieron su aparición de forma contemporánea y relacionada.
En 1775 se invento una rectificadora de cilindros que se usó en 1789 para su máquina a vapor.
Las primeras industrias fueron de productos bélicos y textiles en el siglo XVII, se generalizaron en el XVIII y llegaron a masificarse en el XIX, generando un cuadro completo de transformación de la sociedad que ha sido descrito como “Revolución Industrial”.
El trabajo de Wilkinson también fue esencial para el diseño y la construcción del primer puente de hierro fundido en 1779 (Sobre el río Severn en Coalbrookdale. Inglaterra, 30.5m). De ahí en adelante se elevan cantidad de estructuras metálicas que permiten el perfeccionamiento técnico del nuevo material.
La primera mitad del siglo XIX vio evolucionar vertiginosamente dicha tecnología; los eslabones de cadenas que soportaban puentes fueron reemplazados por cables y se patentaron diferentes técnicas de manejo del metal con fines estructurales.
A mediados del siglo las columnas de hierro fundido, las vigas de riel y los vidrios modulares eran la técnica corriente para la rápida fabricación de mercados y centros de distribución. La utilización del hierro como única alternativa para los rieles que conducirían las locomotoras fue impulso definitivo y precursor de la viga como elemento estructural.
INDUSTRIA DEL HIERRO
La aparición del ferrocarril y del barco de vapor estimuló extraordinariamente la demanda de hierro. La fabricación de vías, locomotoras, vagones y barcos disparó definitivamente la industria.
Su explotación masiva abarató el precio, con lo que se fue extendiendo para el uso doméstico.
La industria siderúrgica tenía caracteres más modernos que la textil a principios del siglo XVIII. Estaba concentrada en instalaciones que solía reunir la etapa de obtención de mineral y de carbón vegetal, la etapa de producción de hierro colado, la de afino y la de fabricación de barras y planchas. También era una industria más mecanizada donde trabajaban obreros asalariados.
La producción de hierro tuvo efectos de arrastre sobre otros sectores haciendo que éstos también crecieran. Arrastró, por tanto a la minería, a los transportes y a la construcción de máquinas. Aumentó el número de trabajadores en las minas y en las fábricas, impulsó la aparición de nuevas fábricas metalúrgicas, canales, ferrocarriles, puertos y astilleros.
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