martes, 17 de diciembre de 2013

El sistema fabril

El sistema fabril Durante la Revolución Industrial en Gran Bretaña existía una economía dual, esto es, convivía un sector tradicional (con un desarrollo gradual basado en mejoras en la habilidad de las trabajadoras/os y en la organización de los procesos productivos pero sin grandes innovaciones técnicas, y con ligeras mejoras de productividad)  con un sector moderno (grandes innovaciones tecnológicas, concentraciones fabriles, incremento de la inversión en maquinaria  en mayor proporción que la inversión en mano de obra) compuesto por las industrias del algodón, siderurgia, minería, transporte y algunas industrias de bienes de consumo . 
 No todos los sectores modernos se modernizaron en la misma intensidad. Destacan la industria del algodón  y la del hierro.
 "La Fabrica es la gran unidad centralizada y muy especializada, con unos  instrumentos de producción  propiedad de un empresario, que utiliza el trabajo de obreros asalariados y potencia la división de las operaciones de fabricación, transformando al viejo artesano, que hacía un producto entero, en un obrero, que se limita a realizar unas tareas parciales determinadas, y que pasa, por este motivo, de cobrar por piezas a hacerlo por horas" 
 El aumento  en la complejidad de los procesos productivos requirió el control del trabajo y una dirección técnica y empresarial de la fábrica. Los empresarios con las fábricas se apropiaron del excedente producido por el obrero (el salario no paga todo el valor que el obrero incorpora al producto con su trabajo ). La localización de las fábricas tiene lugar en el mundo urbano. El sistema fabril  produce en gran escala, y para mercados  nacionales e internacionales.

La otra gran fuente de energía de la Revolución Industrial fue el vapor, que se utilizó tanto para la producción industrial como para impulsar los nuevos medios de transporte: los ferrocarriles y los barcos.
  Las primeras máquinas a vapor comenzaron a emplearse desde principios del siglo XVIII en la minería, para bombear el agua de las galerías. La máquina Watt, que perfeccionó las preexistentes, tuvo la ventaja de poder utilizarse como fuente de energía para la producción manufacturera, siendo adoptada primero en las hilanderías de algodón y más tarde en otras ramas industriales.
  El carbón tuvo una importancia decisiva en la Revolución Industrial inglesa, ya que se lo utilizó como combustible en las máquinas de vapor y como fuente de calor y de transformaciones químicas en la industria del hierro. La dotación de recursos naturales cumplió un papel relevante en los primeros tiempos de la industrialización, ya que Gran Bretaña contaba con abundantes yacimientos de carbón y de hierro que le otorgaron fuertes ventajas comparativas.
  Más adelante el carbón cumplió un papel decisivo en el desarrollo de nuevos medios de transporte. Los primeros ferrocarriles fueron construidos desde principios del siglo XIX para acarrear el carbón, y gracias a las mejoras que se introdujeron en ellos fue posible desde 1830 inaugurar las primeras líneas ferroviarias para transporte de cargas y de pasajeros.
  Entre los factores ambientales que favorecieron la innovación se destaca sin duda el de bajo costo de las inversiones en los primeros tiempos de la Revolución Industrial, debido a que las máquinas eran en general sencillas y poco costosas, a que se podían utilizar edificios ya existentes para instalar las fábricas y también a que la mano de obra era barata y las condiciones de contratación muy flexibles. Al mismo tiempo, los beneficios eran muy elevados, y permitieron que la autofinanciación fuera una práctica muy extendida. Más difícil que reunir el capital necesario era probablemente el reclutamiento, la organización y el control de los trabajadores.
En las primeras etapas del proceso de industrialización el modelo de organización era el de la empresa personal, en la que el propietario del capital ejercía tanto las funciones empresariales como las gerenciales. Las empresas eran mayoritariamente individuales o compuestas por un número reducido de socios, que se dividían las tareas.



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